Hace casi cuarenta años, el mundialmente famoso astrónomo Carl Sagan y su colega George Mullen formularon la «paradoja del sol débil». Los científicos se preguntaban cómo era posible que en sus inicios, hace prácticamente unos 4.000 años, la Tierra no fuera un desolado paisaje cubierto de hielo, ya que las radiaciones solares eran entonces hasta un 30% menores. Si apenas llegaban los rayos del Sol, ¿qué evitó que el planeta entrara en una temprana edad de hielo que podría haber cambiado el curso completo de su historia? La incógnita ha permanecido hasta nuestros días como uno de los grandes misterios de la ciencia. Muchos han intentado resolverla con argumentos que no han resultado del todo convincentes. Ahora, investigadores daneses y norteamericanos creen conocer la respuesta a esta obsesión. El estudio, publicado en la revista Nature, apunta que para encontrar una solución a la paradoja sólo hay que ponerse a mirar las nubes. Según el informe, firmado por expertos del Museo de Historia Natural de Dinamarca, la Universidad de Copenhague y la Universidad de Stanford en California, la primitiva capa de nubes era mucho más delgada de lo que es ahora y los rayos del sol pudieron calentar los océanos sin obstáculos.
La «paradoja del sol débil» recibió una primera explicación en 1993. El científico atmosférico estadounidense Jim Kasting realizó una serie de cálculos teóricos que demostraban que el 30% de la atmósfera terrestre hace 4.000 millones de años estaba compuesta de CO2. Estos gases habrían actuado en un efecto invernadero, impidiendo que el planeta se congelara. Para Minik Rosing, autor del nuevo estudio e investigador del Museo de Historia Natural de Dinamarca, no fue el CO2 lo que impidió la aparición de una edad de hielo, sino el hecho de que la capa de nubes era mucho más delgada de lo que es en la actualidad y no formaba un escudo tan poderoso frente a los rayos, que pudieron calentar los océanos sin obstáculos.
La razón de la falta de nubes puede explicarse por el proceso por el que éstas se forman. Necesitan sustancias químicas producidas por algas y plantas, que no existían durante ese período. Precisamente, estos procesos químicos han sido capaces de formar una densa capa de nubes que reflejan el paso de los rayos solares, lanzados de nuevo al cosmos, evitando así el calentamiento de los océanos de la Tierra.
Minik Rosing y su equipo llegaron a estas conclusiones tras analizar las muestras de 3.800 millones de años de antigüedad de una montaña de piedra de una de las zonas rocosas más antiguas del mundo, Isua, en la Groenlandia occidental.
La «paradoja del sol débil» recibió una primera explicación en 1993. El científico atmosférico estadounidense Jim Kasting realizó una serie de cálculos teóricos que demostraban que el 30% de la atmósfera terrestre hace 4.000 millones de años estaba compuesta de CO2. Estos gases habrían actuado en un efecto invernadero, impidiendo que el planeta se congelara. Para Minik Rosing, autor del nuevo estudio e investigador del Museo de Historia Natural de Dinamarca, no fue el CO2 lo que impidió la aparición de una edad de hielo, sino el hecho de que la capa de nubes era mucho más delgada de lo que es en la actualidad y no formaba un escudo tan poderoso frente a los rayos, que pudieron calentar los océanos sin obstáculos.
La razón de la falta de nubes puede explicarse por el proceso por el que éstas se forman. Necesitan sustancias químicas producidas por algas y plantas, que no existían durante ese período. Precisamente, estos procesos químicos han sido capaces de formar una densa capa de nubes que reflejan el paso de los rayos solares, lanzados de nuevo al cosmos, evitando así el calentamiento de los océanos de la Tierra.
Minik Rosing y su equipo llegaron a estas conclusiones tras analizar las muestras de 3.800 millones de años de antigüedad de una montaña de piedra de una de las zonas rocosas más antiguas del mundo, Isua, en la Groenlandia occidental.
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