viernes, 15 de junio de 2012

Crean una vacuna contra el infarto


Un grupo de científicos de Suecia y EE. UU. elaboraron una nueva vacuna que ayudará a evitar el infarto atacando su causa principal, la aterosclerosis. Los investigadores presentaron la medicina en la conferencia Frontiers in CardioVascular Biology (Fronteras en Biología Cardiovascular) que se celebró en Londres.


La vacuna, que puede revolucionar las estrategias para combatir las enfermedades cardiovasculares, está basada en el anticuerpo BI-204 que estimula el sistema inmunológico para poder producir anticuerpos que impiden la acumulación de grasa en las arterias y así disminuir el riesgo de aterosclerosis. Según los resultados de los experimentos con ratones, la nueva vacuna, catalogada como CVX-210, mostró la reducción de depósitos de grasa en entre un 60% y un 70%.

El aterosclerosis es la acumulación de grasa en las arterias coronarias, que estrecha e incluso cierra los vasos, lo que implica que nuestro organismo tiene que trabajar bombeando más sangre, acción que puede provocar un ataque al corazón. Los tratamientos actuales, basados en la reducción de los factores nocivos tales como el alto nivel de colesterol y el control de la presión arterial y de la glucosa en la sangre, reducen solo en un 40% el riesgo de ataque de miocardio.

Según informan los investigadores, en caso de superar los ensayos clínicos, la vacuna estará disponible en cinco años y será dispensada en aerosol o inyectable.

Los ataques al corazón encabezan la lista de las causas de muerte en el mundo, “cobrándose 17,3 millones de vidas al año”, según la OMS.

sábado, 2 de junio de 2012

Las personas nacidas en invierno tienen más riesgo de sufrir esquizofrenia


Las personas nacidas durante la posguerra y durante los meses de invierno tienen más posibilidades de desarrollar esquizofrenia en el comienzo de la edad adulta. Esto podría estar relacionado con complicaciones durante el embarazo o con el déficit de vitamina D, ya que en invierno hay menos exposición a la luz solar y, por tanto, menos producción de esta vitamina.

Las personas nacidas durante la posguerra (considerada hasta el año 1959) y durante los meses de invierno (enero, febrero y marzo) tienen más posibilidades de desarrollar esquizofrenia en el comienzo de la edad adulta.

El riesgo de padecer esta enfermedad mental está relacionado con el déficit de vitamina D, que en parte podría explicar la asociación observada entre nacer en invierno (estación con menos exposición a la luz solar y, por tanto, menor producción de vitamina D) y el mayor riesgo de esquizofrenia; y también la mayor prevalencia de esquizofrenia detectada en países más al norte, donde hay menos luz solar.

Estos son algunos de los resultados de un artículo publicado en la revista Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry por científicos de la Universidad de Granada sobre datos de personas que requirieron hospitalización psiquiátrica entre 1998 y 2006. El estudio confirma que entre quienes padecen esquizofrenia hay una elevada proporción de nacidos en invierno, especialmente en el mes de enero, comparada con la proporción en los otros meses del año.

En el estudio ha colaborado Francisco Díaz Atienza, del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, junto a José María Martínez-Ortega, María Dolores Carretero, Luis Gutiérrez-Rojas, Dolores Jurado y Manuel Gurpegui del Instituto de Neurociencias.

El objetivo de esta investigación fue comparar las tasas de nacimiento en invierno entre 321 pacientes con esquizofrenia de Granada hospitalizados entre los años 1998 y 2006. Además, se analizó si la proporción de pacientes con esquizofrenia nacidos en invierno se distribuía por igual entre hombres y mujeres, y también si esta proporción fue distinta entre los nacidos durante la postguerra de la guerra civil española (un tiempo caracterizado por una mayor restricción alimentaria) y los nacidos después.

Sin diferencias de género

El estudio mostró que la diferencia del exceso de nacimientos en invierno entre hombres y mujeres con esquizofrenia fue similar (aunque en mujeres la proporción observada no fue significativamente superior a la esperada debido al pequeño tamaño muestral). Estudios previos demuestran que los varones con esquizofrenia nacidos en invierno tienen un comienzo más temprano de la enfermedad, presentan menos antecedentes familiares y nacen con más frecuencia en zonas urbanas.

Además, los hombres podrían ser más vulnerables que las mujeres al efecto de complicaciones obstétricas en el segundo trimestre de embarazo, debido a la menor maduración en útero y al mayor número de alteraciones estructurales cerebrales.

Al comparar los nacidos durante la postguerra (hasta el año 1959) con los nacidos después, los investigadores observaron que la proporción de nacimientos en invierno en pacientes con esquizofrenia durante el período de postguerra fue del 40%, significativamente superior al 28% observado de 1960 a 1986. Se especula con que esa diferencia se ha acortado debido a una mejora en los cuidados obstétricos durante el embarazo y a la mejora nutricional materna (otros estudios han demostrado que hay mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia cuando ha habido una privación nutricional prenatal, cuando la madre tiene bajo peso o cuando la madre tiene déficit de hierro o de vitamina D).

“Numerosas investigaciones han demostrado que nacer en invierno en países del hemisferio norte se asocia a una mayor posibilidad de desarrollar esquizofrenia en la edad adulta”, explica José María Martínez Ortega, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Granada, autor principal de este artículo. Aunque se desconoce el mecanismo que subyace a este hecho, “podría ser sólo una expresión del efecto de diversos agentes ambientales que actúen durante la gestación, tales como complicaciones obstétricas, infecciones virales (en particular durante el segundo trimestre de embarazo) o déficits nutricionales”.

La hipótesis que se postula es la del neurodesarrollo por la que el cerebro del feto quedaría dañado, pero esa alteración sólo se manifestará cuando el sistema nervioso haya alcanzado un mayor grado de maduración y de complejidad funcional. “Se puede comprender mejor siguiendo el símil de un ordenador infectado por un virus: mientras no se utilicen determinadas funciones, el virus no tiene por qué manifestarse. Algo parecido ocurre con la esquizofrenia, que estaría latente pero no aparecería hasta la edad adulta”, concluye.