Nuevas simulaciones realizadas por supercomputadoras con miles de granos de polvo han conseguido recrear cómo nos descubrirían unos hipotéticos y lejanísimos astrónomos extraterrestres que estuvieran buscando planetas. A no ser que dispongan de una tecnología tan desarrollada que no podamos ni imaginarla, según los científicos de la NASA responsables del proyecto, para unos observadores estelares la Tierra es algo inapreciable y sólo se darían cuenta de la existencia del Sistema Solar gracias a la presencia de Neptuno.
«Los planetas puden ser demasiado débiles para ser vistos directamente, pero alienígenas que estudiaran el Sistema Solar podrían detectar fácilmente la presencia de Neptuno -su gravedad deja una pequeña brecha en el polvo-», ha explicado Marc Kuchner, astrofísico del centro Goddard de la NASA para vuelos espaciales en Greenbelt.
El polvo se origina en el cinturón de Kuiper, una zona fría más allá de Neptuno donde millones de cuerpos helados -incluido Plutón- orbitan alrededor del Sol. Los científicos creen que la región es una versión más vieja de los discos de escombros que han sido vistos alrededor de estrellas como Vega o Fomalhaut.
El polvo se origina en el cinturón de Kuiper, una zona fría más allá de Neptuno donde millones de cuerpos helados -incluido Plutón- orbitan alrededor del Sol. Los científicos creen que la región es una versión más vieja de los discos de escombros que han sido vistos alrededor de estrellas como Vega o Fomalhaut.
«Nuestras simulaciones también nos permiten ver el aspecto que el polvo del Cinturón de Kuiper podría tener cuando el Sistema Solar era mucho más joven», explica Christopher Stark, del instituto Carnegie para la Ciencia en Washington. «En efecto, podemos retroceder en el tiempo y comprobar cómo la visión del Sistema Solar ha cambiado».
Mil veces más pequeño que el ojo de una aguja
Según explica la web Science Daily, para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron un superordenador de la NASA en el que 75.000 partículs de polvo simulaban la interacción con los planetas, la luz del Sol y el viento solar. El tamaño del polvo osciló desde el ancho del ojo de una aguja (1,2 milímetros) a mil veces más pequeño, similar al tamaño de las partículas que se encuentran en el humo. Durante la simulación, los granos se colocaron en uno de los tres tipos de órbitas que se han encontrado en el Cinturón de Kuiper. Los científicos también recrearon esta situación en el pasado, cuando la producción de polvo en el cinturón era diez, cien y hasta mil veces más intensa, cuando el cinturón tenía, respectivamente, 700 millones, 100 millones y 15 millones de antigüedad.
«Esperamos que nuestro modelo también nos ayude a encontrar mundos del tamaño de Neptuno alrededor de otras estrellas», han dicho los científicos.
Mil veces más pequeño que el ojo de una aguja
Según explica la web Science Daily, para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron un superordenador de la NASA en el que 75.000 partículs de polvo simulaban la interacción con los planetas, la luz del Sol y el viento solar. El tamaño del polvo osciló desde el ancho del ojo de una aguja (1,2 milímetros) a mil veces más pequeño, similar al tamaño de las partículas que se encuentran en el humo. Durante la simulación, los granos se colocaron en uno de los tres tipos de órbitas que se han encontrado en el Cinturón de Kuiper. Los científicos también recrearon esta situación en el pasado, cuando la producción de polvo en el cinturón era diez, cien y hasta mil veces más intensa, cuando el cinturón tenía, respectivamente, 700 millones, 100 millones y 15 millones de antigüedad.
«Esperamos que nuestro modelo también nos ayude a encontrar mundos del tamaño de Neptuno alrededor de otras estrellas», han dicho los científicos.
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