Cuando el ser humano apareció, el virus de la hepatitis B ya estaba listo para infectarle. Y desde hace mucho. Si los primeros homínidos son de hace unos seis millones de años, el virus tiene por lo menos al 19 millones, según los últimos cálculos, hechos a partir de hallazgos casi casuales. Lo publica la edición online de Science .
Datar el origen de los virus es una tarea complicada. Estos microorganismos no dejan fósiles, pero eso no quiere decir que no haya rastros suyos. En su ciclo vital -si puede decirse que estos patógenos tienen vida- hay una fase donde queda huella: es cuando integran su material genético en el de los huéspedes que infectan. Y ese rastro sí que se puede datar, comparando el genoma de animales relacionados hasta calcular en qué antecesor se incorporó el virus.
Es lo que han hecho investigadores de la Universidad de Tejas. El hallazgo fue una casualidad. Cédric Feschotte, un genetista, estaba jugando con una base de datos de genomas, y tecleó una secuencia del virus de la hepatitis B. Su sorpresa fue cuando encontró una equivalencia en el diamante mandarín (Taeniopygia guttata), un pajarito paseriforme (del mismo orden que los gorriones).
Lo siguiente fue buscar el origen, y para ello comparó las secuencias encontradas con los genomas de otras aves relacionadas. Así pudo llegar a la aparicion del virus (o, al menos, a cuando infectó por primera vez a un antecesor de estos pájaros).
La arqueología viral es una ciencia relativamente nueva, ya que se ha desarrollado a partir de la genómica. Con ella se ha podido saber, por ejemplo, que el virus del Ébola es de hace decenas de millones de años.
Datar el origen de los virus es una tarea complicada. Estos microorganismos no dejan fósiles, pero eso no quiere decir que no haya rastros suyos. En su ciclo vital -si puede decirse que estos patógenos tienen vida- hay una fase donde queda huella: es cuando integran su material genético en el de los huéspedes que infectan. Y ese rastro sí que se puede datar, comparando el genoma de animales relacionados hasta calcular en qué antecesor se incorporó el virus.
Es lo que han hecho investigadores de la Universidad de Tejas. El hallazgo fue una casualidad. Cédric Feschotte, un genetista, estaba jugando con una base de datos de genomas, y tecleó una secuencia del virus de la hepatitis B. Su sorpresa fue cuando encontró una equivalencia en el diamante mandarín (Taeniopygia guttata), un pajarito paseriforme (del mismo orden que los gorriones).
Lo siguiente fue buscar el origen, y para ello comparó las secuencias encontradas con los genomas de otras aves relacionadas. Así pudo llegar a la aparicion del virus (o, al menos, a cuando infectó por primera vez a un antecesor de estos pájaros).
La arqueología viral es una ciencia relativamente nueva, ya que se ha desarrollado a partir de la genómica. Con ella se ha podido saber, por ejemplo, que el virus del Ébola es de hace decenas de millones de años.
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