Un anticuerpo sintético, construido completamente de plástico, ha sido lo suficientemente efectivo como para salvar la vida de un grupo de ratones a los que se les inyectó veneno de abejas. Se trata de la primera vez que un producto de este tipo funciona en animales vivos, y abre las puertas a una nueva era en la que anticuerpos sintéticos hechos a medida nos ayuden a superar con éxito infecciones complejas.
Hace algunas semanas nos asombramos cuando Craig Venter y su equipo anunció la creación de la primera célula con ADN sintético, un logro que muchos han catalogado como “vida artificial”. Cuando parecía que nada iba a poder superar este trabajo, un grupo de científicos de Japón y Estados Unidos ha tenido éxito al crear una “versión artificial” de las proteínas que produce el sistema inmunológico para reconocer y defenderse de las infecciones que amenazan nuestro organismo.
Explicado en términos simples, lo que han logrado estos científicos es construir nanopartículas de plástico que poseen la misma “forma” que los anticuerpos que un organismo vivo produce en forma natural. Podemos pensar en los anticuerpos como moléculas que poseen la forma exacta para “atrapar” a otras, siempre y cuando esas otras –las correspondientes a agentes patógenos- tengan la forma y tamaños adecuados. Estos científicos, dirigidos por Kenneth Shea de la Universidad de California en Irvine crearon los anticuerpos artificiales mediante un proceso llamado “impresión molecular”, que utiliza un catalizador para que los polímeros adopten la forma necesaria para atrapar las moléculas dañinas. En este caso, se eligió como patógeno el veneno de abeja (un tóxico llamado melitina).
Cuando las nanopartículas estuvieron listas, se inyectaron en un grupo de ratones para comprobar su funcionamiento. Como es normal en este tipo de ensayos, un grupo segundo de ratones utilizados como “control” no fueron inoculados con los anticuerpos artificiales. A los 20 minutos de comenzado el experimento, los científicos aplicaron inyecciones con dosis letales de melitina a todos los ratones. En el grupo de control murieron todos, mientras que el 60% de los que habían recibido previamente la dosis de anticuerpos plásticos sobrevivieron. Pasado un tiempo, estas moléculas artificiales fueron destruidas por el hígado de los ratones y eliminadas de sus organismos. “Comprobamos que los anticuerpos artificiales son eficientes para capturar la melitina existente en el torrente sanguíneo”, explica Shea, quien se muestra optimista con los resultados obtenidos.
En el futuro cercano, este tipo de compuestos nanotecnológicos ayudarán a los humanos a sobrevivir cuando sus propios sistemas inmunes fallen o no sean capaces de lidiar por si mismos contra venenos o infecciones. Una de las primeras aplicaciones en que se cree estos anticuerpos artificiales podrían tener éxito es en la lucha contra las alergias.
Hace algunas semanas nos asombramos cuando Craig Venter y su equipo anunció la creación de la primera célula con ADN sintético, un logro que muchos han catalogado como “vida artificial”. Cuando parecía que nada iba a poder superar este trabajo, un grupo de científicos de Japón y Estados Unidos ha tenido éxito al crear una “versión artificial” de las proteínas que produce el sistema inmunológico para reconocer y defenderse de las infecciones que amenazan nuestro organismo.
Explicado en términos simples, lo que han logrado estos científicos es construir nanopartículas de plástico que poseen la misma “forma” que los anticuerpos que un organismo vivo produce en forma natural. Podemos pensar en los anticuerpos como moléculas que poseen la forma exacta para “atrapar” a otras, siempre y cuando esas otras –las correspondientes a agentes patógenos- tengan la forma y tamaños adecuados. Estos científicos, dirigidos por Kenneth Shea de la Universidad de California en Irvine crearon los anticuerpos artificiales mediante un proceso llamado “impresión molecular”, que utiliza un catalizador para que los polímeros adopten la forma necesaria para atrapar las moléculas dañinas. En este caso, se eligió como patógeno el veneno de abeja (un tóxico llamado melitina).
Cuando las nanopartículas estuvieron listas, se inyectaron en un grupo de ratones para comprobar su funcionamiento. Como es normal en este tipo de ensayos, un grupo segundo de ratones utilizados como “control” no fueron inoculados con los anticuerpos artificiales. A los 20 minutos de comenzado el experimento, los científicos aplicaron inyecciones con dosis letales de melitina a todos los ratones. En el grupo de control murieron todos, mientras que el 60% de los que habían recibido previamente la dosis de anticuerpos plásticos sobrevivieron. Pasado un tiempo, estas moléculas artificiales fueron destruidas por el hígado de los ratones y eliminadas de sus organismos. “Comprobamos que los anticuerpos artificiales son eficientes para capturar la melitina existente en el torrente sanguíneo”, explica Shea, quien se muestra optimista con los resultados obtenidos.
En el futuro cercano, este tipo de compuestos nanotecnológicos ayudarán a los humanos a sobrevivir cuando sus propios sistemas inmunes fallen o no sean capaces de lidiar por si mismos contra venenos o infecciones. Una de las primeras aplicaciones en que se cree estos anticuerpos artificiales podrían tener éxito es en la lucha contra las alergias.
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