
Los científicos, dirigidos por Rachel Huxley, identificaron 18 estudios en los que se incluían 457.922 participantes y que evaluaban la asociación entre consumo de café y riesgo de diabetes que se publicaron entre 1966 y 2009. Seis de los estudios en los que participaban 225.516 individuos también incluían información sobre café descafeinado, mientras que siete de ellos con 286.701 participantes informaban sobre consumo de té.
Cuando los autores combinaron y analizaron los datos, descubrieron que cada taza de café adicional consumido en un día se asociaba con una reducción del 7 por ciento en el exceso de riesgo de diabetes. Los individuos que bebían entre tres y cuatro tazas al día tenían aproximadamente un 25 por ciento menos de riesgo que aquellos que bebían entre cero y dos tazas al día.
Además, en los estudios que evaluaban el consumo de café descafeinado, aquellos que bebían más de tres a cuatro tazas diarias tenían una tercera parte menos de riesgo de diabetes que aquellos que no bebieron ninguna. Los que tomaban más de entre tres a cuatro tazas tenían una quinta parte menos de riesgo que los que no bebían té.
Los autores creen que el aparente efecto protector del consumo del té y el café parece ser independiente de una variedad de variables de confusión, lo que aumenta la posibilidad de sus efectos biológicos directos. Debido a la asociación entre el café descafeinado y el riesgo de diabetes, la asociación no se debería sólo a la cafeína. Según los investigadores podrían participar otros componentes del café y el té como el magnesio o antioxidantes como los lignanos o los ácidos clorogénicos.
Los autores concluyen que si se pudiera observar estos efectos beneficiosos en ensayos clínicos de intervención, los resultados tendrían importantes implicaciones para millones de pacientes de diabetes. Así, la identificación de los componentes activos de estas bebidas abriría nuevas vías terapéuticas para la prevención de la diabetes y se podría aconsejar a los pacientes bajo mayor riesgo de diabetes que aumentaran su consumo de té y café además de sus niveles de actividad física o la pérdida de peso.
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