Las bacterias son mucho más solidarias de lo que se pensaba, y por eso se han vuelto tan resistentes a los antibióticos. Es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de Estados Unidos en un estudio que publica hoy la revista Nature. Según revelan sus experimentos, cuando una bacteria consigue desarrollar resistencia a los antibióticos no se conforma con sobrevivir y transmitir esa capacidad a su descendencia, como se creía hasta ahora, sino que se sacrifica para mejorar las posibilidades de supervivencia de las más débiles del grupo.
En concreto, James J. Collins, del Instituto Médico Howard Hughes (EE.UU.), y sus colegas observaron el comportamiento de la bacteria Escherichia Coli en presencia del antibiótico norfloxacín. Y comprobaron que las poblaciones más capaces de soportar altas dosis de antibióticos eran aquéllas en las que unas cuantas bacterias resistentes se dedicaban a producir un esteroide llamado indol, que ofrece a las bacterias indefensas protección contra el antibiótico. Esto tiene un alto coste para la bacteria altruista, que “no crece tanto como puede porque está fabricando indol para todas sus compañeras de la colonia”, explica Collins.
El hallazgo pone sobre la mesa una pregunta para los biólogos: “si la evolución favorece a los más fuertes, ¿por qué un individuo debe sacrificar su propio bienestar por el resto del grupo?”, cuestiona Collins.
En concreto, James J. Collins, del Instituto Médico Howard Hughes (EE.UU.), y sus colegas observaron el comportamiento de la bacteria Escherichia Coli en presencia del antibiótico norfloxacín. Y comprobaron que las poblaciones más capaces de soportar altas dosis de antibióticos eran aquéllas en las que unas cuantas bacterias resistentes se dedicaban a producir un esteroide llamado indol, que ofrece a las bacterias indefensas protección contra el antibiótico. Esto tiene un alto coste para la bacteria altruista, que “no crece tanto como puede porque está fabricando indol para todas sus compañeras de la colonia”, explica Collins.
El hallazgo pone sobre la mesa una pregunta para los biólogos: “si la evolución favorece a los más fuertes, ¿por qué un individuo debe sacrificar su propio bienestar por el resto del grupo?”, cuestiona Collins.
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