El uso de un gran láser ha permitido que científicos de la Universidad de Ginebra, en Suiza, hayan conseguido por primera vez transformar el vapor de agua presente en la atmósfera en auténticas gotas. Aunque la densidad y las tallas de las gotas no son suficientes para generar lluvia, “el trabajo demuestra que es posible utilizar la tecnología láser para la modulación meteorológica”, subraya la universidad en su página web. El resultado es, en cierta manera, el germen de una nube.
Como si fueran estelas de aviones
La técnica, que se experimentó en un laboratorio de Ginebra, consistió en disparar ráfagas muy breves de rayos láser en infrarrojo en una cámara de aire saturado de agua, a una temperatura de --24°C. Por donde pasaba el láser se formaban nubes lineales parecidas a las estelas que dejan a su paso los aviones. Luego, una prueba similar que se efectuó al aire libre en Berlín, con una temperatura ambiental de 2,4°C y una humedad del 93°, obtuvo resultados esperanzadores.
Los detalles de la investigación los ha publicado la revista especializada Nature Photonics. En el trabajo también han participado investigadores de las universidades de Lyón (Francia) y Berlín (Alemania).
El mecanismo de formación
En estado natural, para que llueva no solo es necesario que el ambiente esté saturado de humedad, sino que haya partículas en suspensión, como polvo o polen, que favorezcan la condensación y la formación de nubes. En el estudio, los gérmenes de las nubes se formaron porque el paso del láser liberó los electrones del vapor de agua. Los radicales hidroxilo (OH) que se formaron sirvieron de catalizador.
A primera vista cuesta apreciar las gotas, por lo que fue necesario un dispositivo de visualización especial para confirmar el incremento de la densidad y el tamaño de las gotas de agua en la atmósfera. Sin embargo, los investigadores opinan que, ajustando la longitud de onda, el foco y la duración de las ráfagas, se podría provocar lluvia cuando fuera necesario.
Mejor que sembrar las nubes
Jérôme Kasparian, uno de los miembros del experimento, comenta que los resultados sugieren que el efecto puede funcionar en condiciones naturales. En su opinión, se trata de una técnica mucho mejor que la siembra de las nubes con yoduro de plato. Este sistema, utilizado desde hace 50 años, nunca ha demostrado ser totalmente efectiva, dice el investigador.
Como si fueran estelas de aviones
La técnica, que se experimentó en un laboratorio de Ginebra, consistió en disparar ráfagas muy breves de rayos láser en infrarrojo en una cámara de aire saturado de agua, a una temperatura de --24°C. Por donde pasaba el láser se formaban nubes lineales parecidas a las estelas que dejan a su paso los aviones. Luego, una prueba similar que se efectuó al aire libre en Berlín, con una temperatura ambiental de 2,4°C y una humedad del 93°, obtuvo resultados esperanzadores.
Los detalles de la investigación los ha publicado la revista especializada Nature Photonics. En el trabajo también han participado investigadores de las universidades de Lyón (Francia) y Berlín (Alemania).
El mecanismo de formación
En estado natural, para que llueva no solo es necesario que el ambiente esté saturado de humedad, sino que haya partículas en suspensión, como polvo o polen, que favorezcan la condensación y la formación de nubes. En el estudio, los gérmenes de las nubes se formaron porque el paso del láser liberó los electrones del vapor de agua. Los radicales hidroxilo (OH) que se formaron sirvieron de catalizador.
A primera vista cuesta apreciar las gotas, por lo que fue necesario un dispositivo de visualización especial para confirmar el incremento de la densidad y el tamaño de las gotas de agua en la atmósfera. Sin embargo, los investigadores opinan que, ajustando la longitud de onda, el foco y la duración de las ráfagas, se podría provocar lluvia cuando fuera necesario.
Mejor que sembrar las nubes
Jérôme Kasparian, uno de los miembros del experimento, comenta que los resultados sugieren que el efecto puede funcionar en condiciones naturales. En su opinión, se trata de una técnica mucho mejor que la siembra de las nubes con yoduro de plato. Este sistema, utilizado desde hace 50 años, nunca ha demostrado ser totalmente efectiva, dice el investigador.
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