El observatorio espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la banda del infrarrojo, Herschel, ha desvelado aspectos hasta ahora desconocidos del proceso de formación de las estrellas durante su primer año de operaciones. Sus imágenes revelan la frenética formación de estrellas en lejanas galaxias y las impresionantes nubes de polvo y gas que se extienden a lo largo de la Vía Láctea, en el interior de las que nacen las nuevas estrellas de nuestra galaxia. Una de las imágenes ha capturado una estrella «imposible» en plena formación. «Imposible» porque promete convertirse en algo tan grande que los científicos jamás hubieran imaginado.
Los primeros resultados científicos obtenidos con Herschel han sido presentados hoy en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC) de la ESA. Estas primeras conclusiones desafían a las teorías actuales sobre la formación de las estrellas y proponen nuevos caminos para futuras investigaciones.
Las observaciones realizadas con Herschel de la nube de formación de estrellas RCW 120 han desvelado una estrella embrionaria que podría convertirse en una de las estrellas más grandes y más brillantes de nuestra Galaxia en los próximos cientos de miles de años. Actualmente ya cuenta con una masa unas ocho o diez veces superior a la de nuestro Sol, y continúa rodeada por una nube de gas y polvo de unas 2000 masas solares de la que podrá seguir alimentándose durante los próximos miles de años.
«Esta estrella sólo puede seguir creciendo», comenta Annie Zavagno, del Laboratorio de Astrofísica de Marsella. Las estrellas masivas son poco frecuentes y su vida es relativamente corta. El poder observar una de ellas durante su proceso de formación representa una oportunidad única para intentar resolver una de las grandes paradojas de la astronomía. “Según las teorías actuales, no es posible la formación de estrellas con una masa superior a ocho veces la de nuestro Sol”, aclara la Doctora Zavagno.
Esto es debido a que la intensa luz emitida por las estrellas de este tamaño debería dispersar las nubes que las rodean antes de ser capaces de acumular más masa. Pero por algún motivo todavía desconocido, estas estrellas existen. Actualmente se conocen varios ejemplos de estas estrellas ‘imposibles’, algunas con una masa de hasta 150 veces la de nuestro Sol, pero ahora que Herschel ha descubierto una de ellas en plena formación, los astrónomos tienen la oportunidad de analizar dónde fallan sus teorías.
El comienzo del Universo
Herschel, que fue lanzado el 14 de mayo de 2009 junto con el satélite Planck, es un gran telescopio espacial en la banda del infrarrojo lejano diseñado para estudiar algunos de los objetos más fríos del espacio, en una región del espectro electromagnético prácticamente inexplorada. Concretamente, cuenta con 7, 5 metros de altura y cuatro metros de ancho y es el telescopio de infrarrojo más grande jamás lanzado. La superficie extremadamente pulida de su espejo primario de 3, 5 metros de diámetro - hecho de carburo de silicio ligero-- es casi vez y media mayor que el del Hubble, y seis veces más grande que el espejo de su predecesor ISO, lanzado por la ESA en 1995.
Con su gran capacidad para captar luz y con sus sofisticados detectores enfriados hasta cerca del cero absoluto por más de 2.000 litros de helio superfluido, Herschel será capaz de observar las fuentes de luz infrarroja más débiles y lejanas del Universo, y de analizar las hasta ahora inexploradas regiones del infrarrojo lejano y de la radiación submilimétrica del espectro electromagnético.
También puede ver a través de la opacidad del polvo y el gas cósmico y observar estructuras y sucesos lejanos que datan de los comienzos del Universo - tales como el nacimiento y la evolución de las primeras estrellas y galaxias - hace diez mil millones de años, intentando determinar exactamente cómo comenzó todo. En la Vía Láctea también puede observar objetos extremadamente fríos, tales como las nubes de polvo y el gas interestelar a partir del cual se forman las estrellas y los planetas, e incluso la atmósfera que rodea a los cometas, a los planetas y a sus lunas dentro del Sistema Solar.
Los primeros resultados científicos obtenidos con Herschel han sido presentados hoy en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC) de la ESA. Estas primeras conclusiones desafían a las teorías actuales sobre la formación de las estrellas y proponen nuevos caminos para futuras investigaciones.
Las observaciones realizadas con Herschel de la nube de formación de estrellas RCW 120 han desvelado una estrella embrionaria que podría convertirse en una de las estrellas más grandes y más brillantes de nuestra Galaxia en los próximos cientos de miles de años. Actualmente ya cuenta con una masa unas ocho o diez veces superior a la de nuestro Sol, y continúa rodeada por una nube de gas y polvo de unas 2000 masas solares de la que podrá seguir alimentándose durante los próximos miles de años.
«Esta estrella sólo puede seguir creciendo», comenta Annie Zavagno, del Laboratorio de Astrofísica de Marsella. Las estrellas masivas son poco frecuentes y su vida es relativamente corta. El poder observar una de ellas durante su proceso de formación representa una oportunidad única para intentar resolver una de las grandes paradojas de la astronomía. “Según las teorías actuales, no es posible la formación de estrellas con una masa superior a ocho veces la de nuestro Sol”, aclara la Doctora Zavagno.
Esto es debido a que la intensa luz emitida por las estrellas de este tamaño debería dispersar las nubes que las rodean antes de ser capaces de acumular más masa. Pero por algún motivo todavía desconocido, estas estrellas existen. Actualmente se conocen varios ejemplos de estas estrellas ‘imposibles’, algunas con una masa de hasta 150 veces la de nuestro Sol, pero ahora que Herschel ha descubierto una de ellas en plena formación, los astrónomos tienen la oportunidad de analizar dónde fallan sus teorías.
El comienzo del Universo
Herschel, que fue lanzado el 14 de mayo de 2009 junto con el satélite Planck, es un gran telescopio espacial en la banda del infrarrojo lejano diseñado para estudiar algunos de los objetos más fríos del espacio, en una región del espectro electromagnético prácticamente inexplorada. Concretamente, cuenta con 7, 5 metros de altura y cuatro metros de ancho y es el telescopio de infrarrojo más grande jamás lanzado. La superficie extremadamente pulida de su espejo primario de 3, 5 metros de diámetro - hecho de carburo de silicio ligero-- es casi vez y media mayor que el del Hubble, y seis veces más grande que el espejo de su predecesor ISO, lanzado por la ESA en 1995.
Con su gran capacidad para captar luz y con sus sofisticados detectores enfriados hasta cerca del cero absoluto por más de 2.000 litros de helio superfluido, Herschel será capaz de observar las fuentes de luz infrarroja más débiles y lejanas del Universo, y de analizar las hasta ahora inexploradas regiones del infrarrojo lejano y de la radiación submilimétrica del espectro electromagnético.
También puede ver a través de la opacidad del polvo y el gas cósmico y observar estructuras y sucesos lejanos que datan de los comienzos del Universo - tales como el nacimiento y la evolución de las primeras estrellas y galaxias - hace diez mil millones de años, intentando determinar exactamente cómo comenzó todo. En la Vía Láctea también puede observar objetos extremadamente fríos, tales como las nubes de polvo y el gas interestelar a partir del cual se forman las estrellas y los planetas, e incluso la atmósfera que rodea a los cometas, a los planetas y a sus lunas dentro del Sistema Solar.
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