Llevan años enganchados a las matemáticas, y en concreto a los números primos. No son profesionales, solo aficionados y autodidactas, pero están convencidos de que han resuelto un problema que llevaba más de dos siglos sin solución. Se llaman Wladimiro Rodríguez y Aitor Rodríguez y el próximo 2 de noviembre publicarán su investigación en internet.
Para que una investigación sea considerada por la comunidad científica debe publicarse en los canales oficiales -que dependen de la disciplina- y, de esta forma, superar la crítica que dicha comunidad pueda hacer. Tras ese «examen» puede que incluso la ciencia a la que afecta deba cambiar de paradigma, como dijo Kuhn.
Pero ¿qué ocurre si quien pretende elevar a juicio una teoría científica es un aficionado, una persona autodidacta sin vínculos con la academia? Acceder a una publicación reputada no es un imposible, pero Wladimiro Rodríguez y su hijo, Aitor, han optado por mostrar su «descubrimiento», relacionado con los números primos y la llamada conjetura de Goldbach, en internet. Y lo harán el próximo miércoles, 2 de noviembre.
Dos posibilidades. Padre e hijo son conscientes, dicen, de que hay dos posibilidades. Si se han equivocado en los cálculos, el trabajo realizado habrá merecido la pena porque por el camino, aseguran, han «aprendido muchísimo». No se consideran «expertos», pero sí se declaran «apasionados» por este asunto concreto. «A lo mejor me pones otro problema y no lo entiendo», explica Aitor Rodríguez.
La otra opción, tras la publicación de su investigación, es que estén en lo cierto. De ser así «sería un bombazo», afirma Wladimiro Rodríguez.
La importancia del tema, explican, es que este aspecto de las matemáticas tiene «efectos prácticos en nuestra vida cotidiana». La «trascendencia» de los números primos (que sólo se pueden dividir por ellos mismos y por 1), es que «toda la seguridad electrónica» depende de ellos. Encontrar un «orden», presentar «patrones», representa que el «encriptado» se puede descubrir rápidamente. Ambos saben, explican casi al unísono, que «hay muchos problemas matemáticos sin resolver «y que mucha gente lo intenta». Pero padre e hijo aseguran que «están convencidos» de que ellos «sí» han encontrado la solución. «Empezamos a trabajar y a veces llegábamos a una conclusión y después veíamos que ya se había descubierto», eso, continúan, «nos animaba». Ahora, siguen diciendo, «hemos llegado a esta y no hemos encontrado nada igual». Es decir, la propuesta de ambos es original, y tal vez, solo tal vez, puede que sea «la solución».
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