La cultura popular está llena de mitos y algunas verdades a medias. Muchos de ellos son inofensivos, pero el problema viene cuando algunos médicos se creen ciertos mitos de la medicina e incluso los dan por buenos, aconsejándolos a sus pacientes. En ese momento, no cabe más que empezar a preocuparse.
A continuación encontraréis los 7 mitos médicos más comunes y que han sido totalmente desacreditados.
Raparse el pelo hace que crezca más rápido, más grueso y más oscuro
El tiempo de crecimiento del cabello es siempre el mismo para cada persona, se lo rape al cero o solo las puntas. En cuanto al grosor, hay que pensar que cuando crece un pelo nuevo (en una cabeza rapada) éste siempre es más grueso, pero a medida que va creciendo, el pelo se vuelve más fino. La tonalidad más oscura se la da el hecho de que el pelo recién salido todavía no ha sido blanqueado por el sol.
Hay que beber al menos ocho vasos de agua al día
No hay ni una sola evidencia médica que indique que una persona necesita diariamente beber esa cantidad de agua. Evidentemente hay que aportar a nuestro organismo agua, para que éste no se deshidrate (sobre todo en verano), pero cada persona tiene una composición física y metabólica diferente, por lo que cada uno necesitamos una cantidad mayor o menor de agua para encontrarnos en perfectas condiciones.
Se supone que este mito procede del año 1945, en el que el Consejo de Nutrición norteamericano indicó que una persona consume al día el equivalente 64 onzas de líquido (190 centilitros) o lo que es lo mismo: 8 vasos. Pero hay que tener en cuenta que el líquido al que se refiere es todo el que ya va incorporado en bebidas y alimentos que tomamos a lo largo de la jornada, como frutas, verduras, cafés y/o infusiones, aparte del agua que consumamos.
Las uñas y el pelo siguen creciendo después de morir
En realidad no crecen ni las uñas ni el pelo, es todo lo contrario, son los tejidos los que encojen, dejando a la vista más trozo de pelo y uña. Ello es posible debido a que, tras el fallecimiento, en el organismo comienza un proceso de deshidratación (lo que quiere decir que el cuerpo pierde su agua).
Esta deshidratación provoca que los tejidos se encojan y al encogerse queda a la vista la parte del pelo que está incrustada en la piel y lo mismo pasa con el trozo de uña que permanece oculta bajo la piel de los dedos, pues queda visible al encogerse estos a causa de dicho proceso.
Sólo utilizamos el 10 por ciento de nuestro cerebro
No hay una sola prueba o evidencia que demuestre que tan solo utilizamos un 10% de nuestro cerebro. Se ha hecho mucha literatura al respecto y es uno de los mitos (o leyendas urbanas) que más éxito tiene entre los amigos de propagarla. Hay quien incluso se la atribuye (erróneamente) a Albert Einstein, aunque, posiblemente, el mito nace a principios del siglo XX, en el que los charlatanes, vendedores ambulantes y otros amigos de lo paranormal, querían convencer a la gente de que aún no habían llegado a su potencial máximo y así convencerles para que comprasen sus productos milagrosos.
Los seres humanos utilizamos la totalidad de nuestro cerebro y todas las resonancias magnéticas, tomografías por emisión de positrones o PET y otros estudios por imágenes que se han realizado para determinar la actividad del cerebro, no han mostrado zonas del cerebro inactivas (en personas si lesiones cerebrales, evidentemente).
Leer con poca luz hace perder vista
Las pupilas de los ojos están preparadas para dilatarse cuando estamos en un lugar con poca luz. Lo que hace que, tras un rato casi a oscuras podamos ver casi a la perfección. El leer con poca luz no nos hacer perder vista, simplemente ésta puede cansarse antes y provoque que nuestra agudeza visual disminuya un poco (momentáneamente), pero tras un rato de descanso volveremos a ver perfectamente y a la larga o con los años, la pérdida que podamos sufrir de nuestra vista no será a causa de las noches que nos pasamos de adolescentes leyendo con una linterna, sino porque nos toca por edad.
Comer pavo produce sueño
La carne de pavo contiene un aminoácido llamado triptófano, el cual consumido en gran cantidad puede provocar algún tipo de somnolencia, pero necesitaríamos zamparnos varios pavos enteros para que nos hiciera efecto. Además hay que tener en cuenta que el pavo no contiene más cantidad de triptófano del que pueda contener un pollo o una pieza de carne de ternera.
El mito y asociación del pavo con el sueño viene de la costumbre de comer esta ave en grandes ocasiones (Navidad, Acción de Gracias en Norteamérica…). Son días de grandes comilonas, en las que se acompaña el menú con una buena cantidad de alcohol. Tras zampar y beber todo eso, en el momento de reposo es normal que nos entre cierta somnolencia, pero la misma que si hubiésemos comido otro tipo de alimento rico en grasas o carbohidratos.
Los teléfonos móviles son peligrosos en los hospitales
No existe ni un solo caso comprobado de que en alguno de los miles de hospitales repartidos por todo el planeta haya ocurrido alguna incidencia grave a causa de la utilización de un teléfono móvil.
Se han realizado centenares de pruebas para intentar comprobar si las ondas de los móviles pueden interferir en el instrumental médico y en ningún caso se ha podido determinar su peligrosidad. Por el contrario, se ha demostrado que el uso del teléfono entre médicos puede ser de gran ayuda a la hora de salvar una vida y cometer menos errores en sus diagnósticos.
Evidentemente, para curarse en salud y como medida de seguridad, tal y como se realiza en los aviones, algunas zonas específicas de los centros médicos y hospitales está restringido el uso de teléfono móvil.
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