sábado, 24 de marzo de 2012

¿Qué es una dieta equilibrada desde el punto de vista medico?

Se considera que una dieta alimentaria equilibrada contiene cantidades suficientes de calorías y nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo óptimo del organismo en cada etapa de la vida, así como para prevenir deficiencias o excesos nutricionales. Una alimentación saludable aporta carbohidratos, proteínas y grasas -además de vitaminas y minerales- en proporciones adecuadas para reducir el riesgo de enfermedades crónicas. Según los nutricionistas, en una dieta equilibrada para evitar la obesidad y otros problemas de salud relacionados (diabetes, hipertensión...) el porcentaje de calorías debe distribuirse del siguiente modo:

Hidratos de carbono: 50-55 %. La mayoría de ellos deben proceder de cereales integrales, frutas, legumbres y verduras.

Grasas: 30-35%. Es especialmente recomendable el consumo de aceite de oliva, por su contenido en ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico). También se deben ingerir ácidos grasos omega-6 y omega-3, necesarios, entre otras cosas, para el buen funcionamiento del cerebro.

Proteínas: 10-15%. Se recomienda mantener un equilibrio entre las fuentes alimentarias animales (carne, pescado, huevos) y vegetales (leguminosas, cereales, frutos secos) de proteínas.

En cuanto al número de comidas diarias, los expertos sugieren 3 comidas principales y 2-3 tentempiés.

jueves, 15 de marzo de 2012

Desarrollan un hidrogel capaz de «soldar» los músculos

Llega un «pegamento» con un gran potencial para «soldar» las heridas. Lo han descubierto científicos de la Universidad de California San Diego (EE UU). Los resultados del trabajo se publican en «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS).

Lo han denominado hidrogel autocurativo. Este producto está compuesto por una cadena de moléculas de polímero entrelazadas que forman un bloque flexible y gelatinoso muy parecido al de los tejidos blandos del cuerpo humano. «Un hidrogel es como una red de pescar con agua atrapada en la rejilla, pero cuando éstos se rompen las intersecciones de la red no pueden unirse de nuevo. Los nuevos hidrogeles con cadenas laterales pueden “pegarse” a otras cadenas en cuestión de segundos, sobre todo en condiciones de acidez», asegura la principal investigadora, Shyni Varghese.

«La autocuración es una de las propiedades fundamentales de los tejidos vivos que permite que se recuperen del daño continuado. Esto podría llevar al desarrollo de músculos artificiales capaces de repararse por sí mismos», añade.
Las aplicaciones iniciales podrían darse en el estómago, cuyas condiciones de acidez favorecen el funcionamiento de estos hidrogeles.

El tratamiento de las úlceras puede ser una prometedora utilidad. La autorreparación que ha demostrado esta terapia hace que el material sea apto para otros usos más allá de los médicos, como, por ejemplo, ser una buena herramienta para sellar, por ejemplo, las fugas de los recipientes que contengan ácidos corrosivos.

domingo, 4 de marzo de 2012

Los océanos, cada vez más ácidos

Gran parte del dióxido de carbono (CO2) que los humanos emitimos a la atmósfera, derivado fundamentalmente de la quema de combustibles fósiles, se disuelve en el agua de mares y océanos, que se acidifican progresivamente. En concreto, más del 30% de las emisiones antropogénicas de CO2 pasa directamente a los océanos, según concluye un estudio internacional publicado en el último número de la revista Science. La acidificación perjudica a muchas formas de vida marina e interfiere, por ejemplo, en el desarrollo de especies que construyen caparazones o esqueletos de carbonato cálcico, como los corales o los moluscos. Puede afectar también a especies del fitoplancton, que constituye un eslabón esencial de las redes tróficas marinas, ya de que de ellas dependen los peces, crustáceos y otras especies.

El trabajo, en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pone de manifiesto la magnitud y gravedad del cambio antropogénico en la química marina. Según los autores, aunque a lo largo de los últimos 300 millones de la historia de la Tierra la química oceánica ha sufrido profundos cambios, ninguno de ellos parece haber sido a la vez tan rápido, de tanta magnitud y tan global como el que está ocurriendo en la actualidad.

Gran parte de la investigación sobre esta problemática se basa en experimentación en acuarios que simulan escenarios futuros de acidificación y evalúan la respuesta de los organismos. Para este estudio, por el contrario, se ha analizado el registro geológico mediante análisis paleontológicos y geoquímicos y se ha buscado eventos pasados de acidificación marina para detectar posibles efectos en la biota marina.

El estudio ha detectado momentos previos de la historia de la Tierra asociados con una profunda acidificación, como el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno, hace 56 millones de años. “Debido a emisiones volcánicas y a la desestabilización de hidratos de metano congelado en los fondos marinos, se liberaron a la atmósfera grandes cantidades de carbono, de una magnitud parecida a la que los seres humanos podrían llegar a emitir en el futuro. Durante este evento tuvieron lugar grandes extinciones, sobretodo de faunas bentónicas. No obstante, la inyección de CO2 fue, como mínimo, 10 veces más lenta que la actual, lo que augura consecuencias más catastróficas al cambio antropogénico actual”, detalla Carles Pelejero, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC y de ICREA.

El registro geológico proporciona detalles sobre los cambios biológicos asociados a otras grandes perturbaciones globales, como la gran extinción acaecida tras el impacto del asteroide que marcó el final del Cretácico, hace 65 millones de años, evento en el que se cree que también se acidificaron los océanos. Otras extinciones, como la del final del Triásico, hace 200 millones de años, y la del final del Pérmico, hace 252 millones de años, también pudieron implicar un importante proceso de acidificación.

“A la vista de los impactos que detectamos a través del registro fósil, no queda ninguna duda de que deberíamos atacar cuanto antes el problema desde su raíz, adoptando medidas para reducir inmediatamente nuestras emisiones de CO2 en la atmósfera”, concluye la investigadora Patrizia Ziveri, de la Universidad Autónoma de Barcelona.